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Cinturón de seguridad

La bolsa de aire junto al cinturón de seguridad es un elemento de seguridad pasiva, aunque este último es de uso obligatorio en cualquier automóvil; por eso su presencia se ha hecho común, hasta el punto de que tal vez no nos demos cuenta de lo importante que es su uso.

Se estima que en caso de impacto el cinturón de seguridad puede reducir el riesgo de muerte para los ocupantes de los asientos delanteros en un 50%.

Resulta sorprendente que en caso de accidente nuestra vida pueda depender del uso correcto de un objeto en apariencia tan sencillo. ¿Pero qué hace realmente el cinturón de seguridad y por qué es tan importante?

El objetivo de un cinturón de seguridad es sencillo: evita que salgamos disparados por el parabrisas en caso de que el automóvil sufra una parada repentina como resultado de una colisión, de un frenazo brusco, etc. Pero ¿por qué nuestro cuerpo sigue en movimiento cuando el coche se para? La respuesta a esa pregunta tiene que ver con la inercia.

La inercia se podría definir como la tendencia de un cuerpo a mantenerse en movimiento hasta que alguna acción externa lo altere. Es decir, la inercia de un cuerpo podría entenderse como la resistencia de ese cuerpo a cambiar la velocidad y dirección de su marcha.
Si un coche avanza a 100 km/h, su tendencia será la de continuar su marcha en línea recta y a esa misma velocidad. Para poder "dominar" dicha tendencia o inercia el conductor necesita usar la fuerza del motor, de los frenos y de la fricción de los neumáticos con la carretera.

Todos los objetos que viajan dentro del automóvil tienen su propia inercia, la cual es independiente del estado de movimiento del coche. Por ese motivo, cuando un coche toma una curva bruscamente sentimos que nos vamos a un lado; realmente lo que sucede es que el coche gira y nosotros tendemos a seguir en línea recta. También debido a la inercia, cuando un coche frena sentimos una fuerza que nos echa hacia delante; realmente lo que sentimos es nuestra tendencia a seguir en movimiento.

Cuando viajamos en un automóvil que se desplaza suavemente a 100 km/h tenemos la sensación de que nuestro movimiento está ligado al del coche, pero dicha percepción es errónea. Si, por desgracia, el coche se saliera de la carretera y chocara contra un árbol, el automóvil sufriría una parada repentina. Sin cinturón de seguridad, nuestro cuerpo mantendría la misma velocidad que antes del choque; es decir, continuaríamos nuestra marcha a 100 km/h hasta que el parabrisas, el salpicadero, o el propio asfalto nos frenara bruscamente ejerciendo una fuerza tremenda sobre nuestro cuerpo. Si el coche es frenado bruscamente por cualquier motivo, algo debe de ejercer una fuerza sobre sus ocupantes con el fin pararlos. Dependiendo de dónde y cómo se aplique dicha fuerza, los efectos van desde una muerte instantánea a la posibilidad de salir andando sanos y salvos.

Cuanto más bruscamente se produzca la parada de los ocupantes, mayor será la fuerza que tendrán que soportar y el riesgo de lesiones. Si fuera posible frenar más lentamente el movimiento de los ocupantes, también sería menor la fuerza que tendrían que soportar sus cuerpos. Si, además, aplicamos dicha fuerza no en un punto, sino distribuida a lo largo de las zonas más resistentes del cuerpo, menor será la presión y menor el riesgo de lesiones. Éste es, precisamente, el objetivo del cinturón de seguridad.

Cuando el cinturón de seguridad es llevado correctamente, la mayor parte de la fuerza de retención será aplicada sobre dos zonas del cuerpo resistentes, como son el pecho y la pelvis. Como el cinturón se extiende a lo largo de un área amplia del cuerpo, la fuerza de retención se distribuye, dando lugar a una menor presión y, por tanto, reduciendo la posibilidad de daños. De modo adicional, el cinturón es ligeramente flexible, de forma que en caso de impacto se extiende un poco; esto permite que la parada no sea brusca, sino progresiva, lo cual se traduce en una menor fuerza de retención.
En caso de no llevar el cinturón de seguridad abrochado, los ocupantes de la parte trasera de un vehículo que circula a 100 km/h impactarían sobre los de adelante con el peso equivalente al de un elefante.

Fuente Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (www.inta.es)

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