Al orar no solo pedimos por que nuestros problemas tengan solución, también le damos a nuestro espíritu un método para encontrar la paz, nos liberamos de la ansiedad física y mental, limpiando la confusión del pensamiento abriendo nuestro corazón a Dios y a su voluntad.
La oración nos ofrece consuelo y ánimo en momentos difíciles, Dios nos otorga seguridad ante la adversidad permitiéndole a nuestro cuerpo sentirse reconfortado y de esta manera reduce los malestares físicos que nos puedan agraviar por causa del estrés.
Antes de tomar una decisión que cambiara el resto de nuestras vidas es muy útil dedicar un momento a la reflexión en oraciones, nos permite despejar la menta de dudas y preocupaciones y así podremos estar seguros de que la decisión ha sido la correcta.
Orar es ver el mundo y a nosotros mismos a través de los ojos de Dios.