La oración es platicar con Dios, de “tú” a “tú”, de todos los temas, de nuestro día a día, de manera cercana, confiada, sin tapujos ni falsas caretas. Tal cual, “platicar”, es decir hablarle a Dios pero también aprender a escucharlo (como habla Él: a través de detalles, señales, mensajes o de manera directa si se ha avanzado mucho en la vida de oración). De igual forma que va evolucionando la forma de platicar entre dos personas mientras más se conocen, comenzando con pláticas sencillas y siendo cada vez más profundas e íntimas, hasta llegar en el caso de los enamorados al silencio total y la contemplación amorosa, así va cambiando la relación con Dios de una persona que se toma en serio su vida de oración.
Como es difícil platicar con alguien a quien no se ve ni se escucha físicamente, la Iglesia nos propone las oraciones escritas, es decir, palabras que dirigieron a Dios en su momento algunos santos y fueron rescatadas por escrito; algunas aparecen en la misma Biblia como el Padrenuestro y la primera parte del Avemaría. Pero no es el único tipo de oración; si te interesa, puedes conocer otros tipos en la sección “cómo orar”.
